sábado, 3 de septiembre de 2016

A las 1:26:00 por Pangea     Sin comentarios
Pese a que la temperatura en Katsikas alcanza los 30 grados durante el día, un frío extraño invade el campamento de refugiados estos días. Es el frío que sienten las personas que lo habitan cuando observan la escasa ayuda internacional que se les está brindando. Es el frío que ya sienten ante la llegada del invierno. Es el frío que les transmiten las miradas de los más mayores, muchos de los cuales no volverán a casa y que ven con angustia que las soluciones no llegan. 

Ayer, más de la mitad de los refugiados abandonaron en campamento como símbolo de protesta ante las promesas incumplidas, ante la falta de soluciones. Se instalaron en la plaza de la ciudad de Katsikas y hoy parten hacia la de Ionannina. Es una forma de hacerse ver, de hacerse oir, de elevar su voz... Es una manera de hacer ver que en las condiciones en las que viven, no sobrevivirán a las temperaturas del invierno y que todos los años azotan la región. 

La mayoría de nosotros  no sabemos lo que ellos sienten. Jamás hemos tenido que huir de nuestra casa con el ruido de las bombas retumbando en nuestros oídos. Nunca hemos cruzado una frontera pidiendo asilo y jamás hemos sentido la responsabilidad de proteger a los nuestros para salvar sus vidas. Quizás si lo hiciésemos, las soluciones llegarían más rápido. Si los que nos gobiernan fueran capaces de tener empatía, todo llegaría más rápido.

Mientras, la temperatura sigue bajando en Katsikas. Las noches ya obligan a llevar prendas largas y a dormir con mantas. Y a lo lejos, solo vemos llegar al invierno, un duro invierno. 






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