martes, 6 de septiembre de 2016

A las 8:50:00 por Pangea     Sin comentarios
Todas las noches, junto al bar de María, se reúnen los perros de Katsikas. Acuden al bullicio de los voluntarios, que toman sus cervezas y se cuentan lo más destacado del día. Les han bautizado con nombres recurrentes: Kurda, Pepa, Siria... De entre todos ellos, destaca Tony, un pequeño perro, no muy agraciado, pero con dotes de mando. Dirige la manada y hace los encantos de los voluntarios. Todos campan a sus anchas. Van y vienen, ladran, persiguen coches, se tumban donde les place... La municipalidad obliga a sus habitantes a respetarlos y a cuidar de ellos. Podrían irse libremente a otro lugar, pero no lo hacen, se sienten a gusto aquí. Es su casa. 

Hoy Ahmed, un refugiado del campamento de Katsikas, no tiene su mejor día. Dice que está cansado, se siente extraño, rechazado y quiere ir a un lugar donde sentirse libre y aceptado, como Tony, Kurda y los demás perros callejeros. 




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