miércoles, 29 de junio de 2016

A las 12:11:00 por Pangea en     Sin comentarios
Los días para las personas que viven en el campamento de Katsikas son duros. El calor, las condiciones infrahumanas y la falta de esperanza hacen que cualquier trabajo que se realice allí merezca la pena. Después de unos días escuchando las peticiones de algunas mujeres pidiendo compresas y no tener un sistema de distribución correcta, decidimos ayudar en la distribución de enseres para su higiene íntima. Con un censo bastante catastrófico, el único remedio es preguntando haima por haima las mujeres que viven en cada lugar. Las situaciones pueden llegar a ser de lo más disparatadas durante los trayectos, desde pensar que estamos repartiendo pañales para los niños, a hombres que querían llevarse un paquete para ellos mismos.Al final entre señales y una mezcla de vocabulario de todas las lenguas te vas haciendo entender.
También es una buena oportunidad para conocer a todas las familias. Muchas te invitan al pasar al interior de las haimas, y siempre te ofrecen algo de comer o de beber, básicamente un té, que cuesta beber a 34 grados, pero que es imposible de rechazar. Es sorprendente la hospitalidad que tienen todos aquí. Allí dentro, te cuentan sus historias de su vida anterior a la guerra, y te enseñan dibujos que suelen pintar en el interior de las tiendas, es entonces cuando a tus ojos los invade la tristeza.

Dibujo de Kawa, una de las personas de Katsika

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